Teniendo en cuenta nuestro precario equipamiento, la nevada de la noche en Tharepati, no auguraba nada bueno.
A la mañana, teníamos la duda de si seguir a delante o regresar por el camino conocido. Nos decidimos por continuar, y a decir verdad, el camino no resultó tan complicado, es más, pudimos disfrutar de una verde jungla, de la cual nos despidieron una huidiza cuadrilla de monos.
En el descenso hacia el rio Malemchi y en lo más alto de la región de Helambu, entre aldeas Sherpas, nos íbamos tropezando con tranquilas pagodas, blancas estupas y lineas de banderolas al viento, que daban al camino un colorido especial.
Según descendíamos, estas expresiones Budistas, dieron paso a otras tradiciones menos apacibles Hinduistas. A penas sin darnos cuenta, nos vimos inmersos en la fiesta de la luna llena Happy Holi, una auténtica batalla campal de pintura y agua.
Con el cansancio acumulado, y la mochila a nuestras espaldas, eramos un blanco fácil, y como era de esperar, fuimos agredidos sin demasiada compasión por los apasionados mozos del valle.